Manifiesto
de Hemoficción. (revisión
2013)
Todo
cuadra de manera misteriosa, todo. Mi historia, esos seres que
pasaron y han pasado por mi vida. Esas precisas cosas que ocurrieron,
los hechos. Todo es y ha sido por algo misterioso, profundo e
inexplicable; ese lugar, ese tiempo, ese país, ese barrio, ese
entorno, esos padres, esas escuelas, esos amigos, esos vecinos, ese
vacío, esa penumbra, esa soledad, esa tristeza...ese dolor, esa
fascinación, esa infancia ese mundo y no otro, esos hijos, todo es y
ha sido y estado ahí por algo. Todo ello me hace ser hoy, ahora, el
que soy, animal teatral de Hemoficción. Yo afirmo que soy
Hemoficción desde antes de nacer, desde que fui concebido, desde ese
mismo instante.
Afirmo
y declaro aquí que no es como me dijeron, no. De ninguna manera, no.
Es al revés. Dejarlo todo, y apostar ciego, con todo lo que soy, sí,
con todas mis inseguridades y flaquezas, pero también con toda mi
potencia y con toda la fuerza que me ha dado el teatro desde la
Hemoficción y que me hace invencible porque cumplo voluntad
superior. Si hago lo que mi Dios quiere para mí, misión,
entonces, nada me detiene, nada, es así de simple. Y ese poder crece
si y solo si, renuncio a todo desde dentro con toda mi capacidad de
aceptación y honestidad. Cualquier reserva sale a relucir, de hecho
estoy seguro que al tiempo detectaré las mismísimas resistencias
que ahora obnubilan y limitan mi acción. Bendito sea Juan Trigos. He
vuelto a mí gracias a él. Soy Lorenzo, soy yo, retorno a esa fe,
fuerza, sensibilidad y candor de mi niñez temprana. Vuelvo a
reencontrarme con mis anhelos y confirmo que estoy aquí por algo
serio, misterioso, profundo, mágico e importante. Hoy me acepto.
Acepto el regalo y tomo la responsabilidad de diseminar la
Hemoficción por el mundo.
Debo
confesar que el primer resistente a la Hemoficción fui y he sido yo,
me avergoncé de solo pronunciar la palabra durante años, además me
dolía, me incomodaba, me irritaba, me violentaba, me molestaba
enormemente, me ha dolido hasta lo más profundo, jejeje ego. Adorar
a un vivo es difícil para mí. Quise salir corriendo casi siempre
pero no lo he hecho. Apenas llevo catorce años y veo que he montado
y boicoteado mis propios montajes al mismo tiempo. Me jode verlo pero
así ha sido, para reír y llorar. A mi me tira el malestar. La
queja. Dentro de burbujas emocionales no veo con claridad,
solo gozo emociones torcidas, inquietud y guerra interna. ¡Delicia
mortal!Ha sido después, al tiempo al enfriar las emociones, que he
podido ver objetivamente, aceptar fallos, perdonarme, corregir mis
actitudes, mejorar mis montajes, recomenzar. Hoy me río más que
lamentarlo y agradezco que haya sido mayor mi persistencia que mis
debilidades.
En
mi caso, la libertad tiene que ver con la aceptación y la humildad.
Tiene que ver con sacar del armario todo; abrir hasta los más
recónditos y pequeños cajones. No guardar secretos. La libertad
tiene una estrecha relación con la responsabilidad, la total
seriedad y el compromiso. Tiene que ver con la honestidad y con la
aceptación y con la continuidad. Yo tengo la necesidad de exponerme
y no de exhibirme...al exhibirme, me debilito, puteo, caigo ahí por
corrupto, por tomar el camino fácil, por complaciente, sin embargo
me lleva más lejos no hacerlo, no ceder. Si sólo me expongo, cuando
consigo sólo exponerme a través de lo que hago, Hemoficción,
de mi ser director con mis puestas en escena, de mi ser actor,
siempre al servicio de mi personaje, al ser promotor siendo solo un
emisario del arte de Hemoficción, quedo colmado, rejuvenezco, vivo,
me lleno de luz, de la fuerza, de la energía y el poder de la
verdad, del poder del amor, como hoy lo entiendo. La libertad tiene
que ver con la acción pura.
La
libertad la voy conquistando a tropezones con renuncias, rigor,
disciplina, compromiso y determinación pero sobre todo, fe férrea
acompañada de acciones concretas y congruentes. Dejarlo todo por lo
que creo y anhelo.
Hablo
a los artistas, a los responsables de los Teatros, a los funcionarios
de la cultura, a los periodistas, a los críticos, a las revistas
especializadas, a los festivales internacionales, a la televisión, a
la radio y medios de comunicación, en fin, a todas las instituciones
y personas ocupadas de hacer y difundir la cultura.
Manifiesto
y comparto que: Yo me he convertido en artista, siéndolo, haciendo y
haciendo y haciendo. Atreviéndome, haciendo oídos sordos a los
demás, escuchando a la obra, atendiendo a la ficción dramática,
escuchando a mi intuición y no a otros, equivocándome, corrigiendo,
atreviéndome sin reservas y exponiendo mis carencias, mis flaquezas,
mi ego y mis debilidades. En mi vida dentro de la Hemoficción he
aprendido que es así, haciendo incansablemente y siempre expuesto,
como he podido doblegar mi ego y servir al arte.
Y
por todo lo anterior afirmo que:
La
producción ha de ser la que hay,
el
espacio el que es,
Las
luces, cuando hay,
El
sonido y los efectos, prescindibles...
Entonces...
Si
hay honestidad
Si
hay ficción dramática
Puede
haber TEATRO.
No
envolver a los demás en mi camino de renuncias y temple, no. Ese es
mi camino y ni debo cobrarlo a nadie, mi compromiso, mis convicciones
son mías y es mi responsabilidad. Lo declaro para evitar caer ahí..
No
estoy aquí para convencer a nadie de nada. Estoy aquí para
compartir una revelación, mi visión y mi iluminación. Estoy para
servir y ser útil a la humanidad a través de la Hemoficción y en
la escena, sobre los escenarios.
Confirmo
agradecido que el arte es incorruptible y generosísimo. Si me
tropiezo, si caigo, si me equivoco, no hay castigo, no hay
penitencia, no!!! Solo debo levantarme, seguir, continuar y ya está.
Corregir error y seguir avanzando. Ahí está justamente el
refinamiento del que habla Antonin Artaud. Crecer en productividad,
en eficiencia y capacidad creativa, darlo todo siempre; en mis
montajes, en seminarios, talleres, en mis ensayos y naturalmente en
las funciones, siempre. Ahí es donde fluye la luz, dándolo todo sin
reservas mezquinas. Crecer en la ruta incorruptible del arte de
Hemoficción, poderosa, bendita, verdadera.
No
pretendo encontrar el significado de la palabra Hemoficción me basta
expresar y compartir el impacto que esta tiene y ha tenido en mi. Por
medio de mi intuición entro a un juego de la imaginación sin
censura, me regala libertad, me conduce a verme a mi mismo, me exige
congruencia, me acorrala y me obliga a aceptarme sin piedad y con
toda generosidad. De ahí me nutro, ahí me descubro, me reconozco,
me reencuentro, me expongo, me acepto, me religo, de ahí soy, acto
de fe.
No
busco escandalizar, ni agradar ni complacer ni mucho menos convencer
de nada a nadie. Lo que deseo es compartir jubilosamente esta
misteriosa, mágica, fascinante y devastadora luz de conciencia que
es y ha sido para mi la Hemoficción.
En
palabras del creador de esta corriente, Juan Trigos: el
teatro de Hemoficción busca identidad mediante la imbricación de
drama y comedia: lo que mueve a risa es llanto ahíto de júbilo para
los protagonistas y viceversa, cuando los actores ríen el público
se vuelca en lágrimas cargadas de deseos festivos. La Hemoficción
busca hacer arte que augure la individuación, proceso que se alarga
durante infinidad de momentos sujetos como mariposas por el alfiler
que punza y provoca la depuración del alma. Camino que conduce a un
lugar interno y definido, mi sitio, territorio perfecto donde crece
la flor de oro. El propio espacio del creador y del espectador, tan
extraño como el ser mismo.
La
Hemoficción apunta hacia la salida del manicomio cotidiano. Riendo a
carcajadas permito que caigan las hojas secas de los moldes
aprendidos. Llorando con verdadera amargura aceito la maquinaria
espiritual. Esta corriente desborda el rango de lo convencional para
adentrarse en situaciones extremas. Rebusca en el pasado la
conciencia que impone en el presente impunidad y otros vicios. Ataca
el borreguismo criminal. Contradice los valores obligados por una
inquisición interna. El camino hacia la lucidez inalcanzable da
sentido al drama de Hemoficción, que busca la conciencia pero
siempre se topa con la inconsciencia.
La
Hemoficción es una suerte de folklore abstracto que toma en serio la
aparición de fantasmas y cree en la conciencia privilegiada, en el
misterio.
Afirmo
que la Hemoficción es un regalo de México para el mundo y elige
establecerse en España por más de ocho años como un merecido
tributo. Llegó para quedarse.
Hoy
en Argentina cerramos el triángulo Hispano parlante (México-
España- Argentina) y definimos ¡plataforma de difusión
de la Hemoficción para tomar el mundo todo!
Lo
que aquí manifiesto va más allá de la comprensión pero debo
decirlo con todas sus letras porque es así. Mis afirmaciones no son
producto de la especulación ni de teorías ajenas sino de mi propia
experiencia como artista. Cinco años en México, más de ocho en
España y ahora establecidos en Argentina. La labor creativa y de
difusión en estos años acumula cerca de 1200 representaciones de
teatro independiente, más de quince puestas en escena, muchos
espacios y salas diversos, de calles y plazas a Teatros Nacionales,
casi treinta ciudades del mundo a la fecha.
Hoy
son apenas son catorce años pero seguimos creciendo creciendo día
con día. Hemos abierto puertas y desbordado esclusas burocráticas.
Aun falta mucho por hacer pero cada día este movimiento cultural
percute y penetra más y más en profundo.
Sé
lo difícil que resulta abrirse a la verdadera vanguardia y no me
sorprende, en el arte siempre ha sido así y ésta no es la
excepción. Está uno ante lo absoluto, ante lo ilegible, lo nunca
antes visto.
Escribo
esto porque hacerlo me compromete. No estamos aquí para competir ni
mucho menos para imponer nada. El arte se coloca solo, la Hemoficción
ha tomado su lugar y sitio en la realidad, yo soy solo el participe
de un regalo divino, emisario de un concilio espiritual con nuestra
madre patria España. Nada menos.
La
"Hemoficcion" es un legado cultural para la humanidad, un
tributo y regalo de México para España y el mundo. Ha llegado para
quedarse.
Lo
afirmo y tengo el derecho de hacerlo dado que yo no soy el creador de
este poderoso movimiento cultural. El creador es Juan Trigos. Yo me
he ligado a la Hemoficción y le pertenezco ahora a catorce años de
dedicarle mi vida.
Hace
siglos que se ha dejado de lado la verdadera importancia, el poder
místico, el poder alquímico y la magia del fenómeno teatral,
(hablo de lo que supieron los griegos, los aztecas con sus danzas y
rituales, mis antepasados indígenas, mayas, rarámuris, huicholes,
mazatecos, por solo nombrar algunos...) España uso el poder del
fenómeno teatral con los autos sacramentales como parte del proceso
de evangelización que emprendió en toda América del sur y
naturalmente también en México. La Iglesia lo sabe.
Hace
más de 80 años Antonin Artaud, brillante e iluminado ideólogo del
teatro, supo y declaró, que la llama de la luz del arte sublime que
es el teatro era extinta en Europa desde hacía siglos y fue claro al
decirlo e ir en su busca curiosamente a México.
Esto
no es casual. No existen las casualidades y la magia de la vida
sorprende y nos deja sin palabras. La Hemoficción viene de ahí, de
esa raíz indígena, ancestral, nativa, ligada con los dioses
mexicanos, con las danzas rituales y claro esta, también ligada
entrañable, amorosa, terrible y dolorosamente con los más de
trescientos años de colisión cultural con España. Este hecho nos
une entrañable y fraternalmente con toda América Latina.
Esa
luz que es el arte puro, siglos atrás extinta en Europa Artaud la
supo en México y si bien él no vivió para descubrirla, la vio
venir y lo dijo sin importarle el juicio vacuo de su época, como
todo verdadero visionario y animal teatral ligado al dolor profundo
de la humanidad.
Hablo
y asumo la seriedad de mi declaración. Es la Hemoficción la luz de
conciencia de que habló Antonin Artaud. La historia no me dejará
mentir, estoy cierto de que la verdad se defiende sola por encima de
cualquier juicio.
Con
la tranquilidad y seguridad que me confiere la experiencia viva y
mimética del teatro de Hemoficción manifiesto todo esto y deseo con
toda mi alma que acepte usted este bendito regalo que, en todo caso,
ya está aquí.
Lorenzo
Mijares
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